David Gómez Boluarte, hijo de la presidenta, ha sido nombrado tercer secretario en la ONU, lo que reaviva el debate sobre mérito y conflictos de interés en la administración pública.
El reciente nombramiento de David Gómez Boluarte como tercer secretario en la representación peruana ante la ONU (Organización de las Naciones Unidas) ha generado diversas reacciones. La resolución, emitida el 27 de noviembre, levanta cuestionamientos sobre posibles conflictos de interés al ser hijo de la presidenta Dina Boluarte.
Gómez Boluarte, economista y egresado de la Academia Diplomática del Perú, se graduó en 2022 con la promoción N.º 60. Su trayectoria en la diplomacia comenzó antes de que su madre asumiera la presidencia, tras ingresar a la Academia en 2021, cuando obtuvo el décimo segundo puesto entre 25 plazas.
Sin embargo, su designación a un cargo de alta visibilidad en Nueva York revive sospechas de favoritismo. A pesar de sus méritos académicos, el vínculo directo con la mandataria podría minar la confianza pública en la imparcialidad de la Cancillería.
Desde un enfoque crítico, la falta de transparencia sobre las fechas de inicio de funciones y el manejo del presupuesto incrementa las dudas. Los gastos asociados serán cubiertos por el Ministerio de Relaciones Exteriores, un aspecto que amerita mayor fiscalización dada la coyuntura política.
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¿Privilegios?
Aunque el nombramiento sigue lineamientos normativos, este caso destaca la necesidad de reforzar mecanismos que aseguren la independencia en la selección de altos funcionarios públicos. La percepción de privilegios puede erosionar la legitimidad de instituciones clave.
El debate trasciende a Gómez Boluarte y pone bajo la lupa el sistema de acceso al servicio diplomático. En un país con históricas tensiones entre política y gestión pública, casos como este urgen mayor escrutinio para evitar la politización de cargos estratégicos.
La incorporación de Gómez Boluarte a la delegación peruana en la ONU ocurre en un momento en que el país enfrenta desafíos significativos tanto a nivel interno como externo. En el ámbito doméstico, el gobierno de Dina Boluarte lidia con una crisis de legitimidad y altos niveles de desaprobación, mientras que en el escenario internacional busca fortalecer sus alianzas y proyectar estabilidad.
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