Moldes Torres es una empresa dedicada a la fabricación de moldes chupeteros. Su creador, Marcos Torres Condori, empezó en el rubro de la hojalatería hace más de tres décadas y hoy busca posicionarse a nivel internacional
Desde hace más de 30 años, Marcos Torres Condori corta, repuja y suelda el acero inoxidable hasta crear piezas funcionales de antaño que se niegan a desaparecer. El experimentado hojalatero hoy fabrica moldes para helados de todas las formas y tamaños. Y sus prototipos visten las vitrinas de las heladerías arequipeñas, pero también buscan un espacio a nivel internacional.
La historia de su negocio denominado Moldes Torres comenzó cuando Marcos, el maestro hojalatero, fabricaba baldes, tinas y otros utensilios para el hogar, sin imaginar que su vida tomaría un rumbo inesperado. El acero, que alguna vez fue utilizado para dar vida a objetos cotidianos, sería el motor de su emprendimiento. Su destino estaba encaminado. Aunque siguió en el rubro de la hojalatería, decidió fabricar algo que no existía en el mercado local. Así nació la idea de hacer moldes para helados.

Hechos a mano
Su primer molde, hecho a mano, fue una creación sencilla pero significativa. Mientras forja el acero, Marcos recuerda que compró un helado y tomó las medidas. Con una plancha de acero inoxidable comenzó a trazar su diseño hasta darle la forma convencional. Esa chispa de creatividad lo llevaría a cambiar la industria de los moldes en el país y trazar su propio destino.
“Un paisano que es policía me aconsejó para incursionar con los moldes chupeteros, pues en Arequipa el mercado era limitado, casi todo se importaba. Un día fui a la Plaza, compré mi chupete, saqué mi centímetro y fabriqué mi primer molde. Me salió bien, poco a poco fui entrando a las tiendas”, cuenta Marcos desde su taller ubicado en Ciudad Blanca, el distrito de Paucarpata.
Al principio, su taller era pequeño. La distribución empezó en tiendas locales que poco a poco conocían el valor de sus productos. Sin embargo, la vida es una carrera de resistencia, no de velocidad. Después de un tiempo, su perseverancia dio frutos. Un pedido más grande de una fábrica de helados fue el trampolín que necesitaba. Su negocio había encontrado su nicho. Lo que comenzó como una idea sencilla se extendió en todo el país.

“Como yo antes era ambulante, yo mismo vendía tienda por tienda. Por suerte encontré una fábrica que me pidió cinco moldes. No tenía muchas herramientas, pero aún así pude concretar el pedido. Después me fui hasta Tacna para vender. Así empecé, después ya me hice conocido. Ahora los pedidos llegan solos. El trabajo llega solo, nosotros producimos y lo enviamos”, añade.
Antes de que el empresario llegara al mercado, las fábricas de helados dependían de moldes importados de China y Brasil. En un país donde no existía una oferta nacional de moldes él vio una oportunidad, una vacío que pocos se atreverían a llenar. Moldes Torres se convirtió en la respuesta, desafiando la dependencia de productos extranjeros con calidad, precisión y un enfoque artesanal único.
Proceso meticuloso
La fabricación de cada molde es un proceso que exige meticulosidad. «Es cuestión de precisión», explica Marcos mientras observa el acero que toma forma bajo sus manos. Primero, la plancha de acero inoxidable es medida y cortada, como un lienzo esperando ser transformado. Luego, se le da forma con una precisión meticulosa, se suelda con estaño y, finalmente, se verifica si el molde tiene alguna grieta al sumergirlo en agua. Si hay fallas, se repara, se ajusta, hasta que quede listo para congelar.

El proceso es casi una obra de arte entre el hombre y el metal. Marcos no se limita a lo convencional. Su imaginación vuela y diseña moldes en formas diversas: chupetes, paletas con figuras de choclo o tornillos, y más. Cada creación es única, pensada para sorprender tanto a los fabricantes de helados como a los consumidores. Pero la innovación no termina ahí; también fabrica extractores de helados, ampliando su catálogo con productos que hacen la vida más fácil a las fábricas.
El sueño de Marcos no solo está en los moldes, sino también en el futuro de su empresa. Aspira a incorporar tecnología de punta que le permita fabricar sus diseños en masa, con acabados más perfectos y eficientes. Hoy, la empresa está bajo el liderazgo de los hijos de Marcos, quienes han asumido el reto de continuar el legado familiar. Siguen sus pasos con la misma pasión y empeño que él. Moldes Torres no solo es una empresa, sino un emblema de perseverancia, esfuerzo y visión.

Visión de crecimiento
“Quiero seguir creciendo. Para competir con los extranjeros me falta tecnología porque tenemos la mano de obra calificada. Todavía compito porque las empresas me prefieren. Distribuimos a nivel nacional. Pero tengo la visión de innovar. Sin tecnología estamos poniendo un alto a los brasileños y chinos. Mis clientes prefieren comprar productos peruano. Me da más aliento”, dice el maestro hojalatero.
El éxito de Moldes Torres se refleja en una historia de superación, de un hombre que decidió forjar su propio destino a través del trabajo artesanal y la creatividad. En cada molde fabricado, en cada diseño que sale del taller, se plasma la habilidad del hojalatero y la pasión de una familia que ha dedicado su vida a hacer crecer un legado que, como un buen helado, nunca pierde su sabor.
Y así, entre chispas de metal y sueños congelados, la historia de Moldes Torres sigue su curso, guiada por la precisión del acero y la visión de su creador. En cada rincón del Perú, en cada esquina de Ecuador, hay una huella de Marcos Torres Condori, el hombre que convirtió un consejo en un imperio de moldes, helados y sueños cumplidos.