Escribe: Carmen Rivera, Docente Universitaria
“Amo este cuerpo que me ata/ el pezón erguido sobre el pecho triste/ la breve amargura de su boca/ el tierno desamparo de sus pies/Amo este cuerpo que me atrapa/ y el espejo/ donde ese cuerpo/se refleja/y se hace uno” (Robles, 2024)
Marcela Robles nace en Lima (1952), sus versos edifican afanes, pequeños atrevimientos y grandes intenciones, disimulos y guiños, encandilamientos metafóricos, simbolismos que representan la inmaterialidad del deseo al que sucumbe con acto simbólico del amor en todas sus formas y opciones, por un lado lo lúdico del arrebato el sexo en el poema, por el otro el misticismo del lado amatorio de un otro que ama que no es suficiente para el verso y al final la composición poética, qué suerte la de la poetisa para ella las palabras sobran el nido siempre está lleno le otorgó el nombre pasión “el bello abismo de su sexo,/ su dulce continencia, su fondo azul,/ el clítoris mojado que medita/ amo este cuerpo que me ata y me condena” (Robles, 1994).
Es todo o nada la poesía de Marcela, dejó atrás todas las ataduras y libre de prejuicios convierte a la mujer amante en una diosa llena de goce que manifiesta sus verdaderas pasiones “ser de una simple simetría/ hembra que se habita solitaria/ amando aquel otro cuerpo/ que refleja/ desesperada” (Robles, 2022).
La entrega se da inevitable, real y existente no hay espacios vacíos ni cabos sueltos en los versos todo se precisa e imperiosa se erige la necesidad de soltar las riendas y deshacerse por fin de lo apretado del molde es momento de lo altisonante de la metáfora vibrante del epíteto fulgurante estentóreo en todas sus formas transmisible enteramente contagiante a la entrega del placer “Tiende la sábana de mis piernas/ y acaba entre los dos esta ternura/ Que siembra el pánico entre los que no se aman/ que tengo miedo perderte” (Robles, 2022).
En sus creaciones poéticas hay sinceridad, cada verso prodiga matices con representaciones mismas de nuestra condición humana, por un lado la preocupación por lo cotidiano los actos sencillos de sobrevivencia por otro el límite de la sexualidad el reconocimiento del deseo el acto del sexo lo humano mezcla perfecta, la flor que alberga la existencia, se despoja del pudor para cubrirse de eros “depositar miel en las orillas/ tenías que simular que eras el canto/ Cuando en verdad solo gotas de sangre” Marcela Robles.
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