Escribe José Luis Ramos Salinas / Analista político
A estas alturas ya está completamente viciado el proceso electoral de 2026 con todos los cambios a las reglas de juego que ha hecho un Congreso ilegítimo y que incluso abarcó la modificación de numerosos artículos de la Constitución. Sin embargo, parece que quienes son blanco del repudio nacional casi unánime aún no se sienten seguros de ganar. Así que ya han anunciado más cambios en la Constitución para controlar, sin pudor alguno, no solo al JNE, la ONPE, y el RENIEC, que siempre fue su plan, sino también al Tribunal Constitucional, la Junta Nacional de Justicia, el Ministerio Público y el Poder Judicial, no solo respecto a quienes estén a la cabeza de estas instituciones, sino también respecto a lo que puedan o no puedan hacer jueces y fiscales a título personal.
En esta misma lógica, ahora el Poder Judicial está decidiendo si un partido político podrá participar o no de las elecciones de 2026; analizando si sus propuestas no atentan contra el sistema democrático. Esto es lo que le ha pasado a la agrupación ANTAURO que nos recuerda el egocentrismo de PPK, quien también se hizo construir un partido a su medida. El fallo judicial sostiene que Antauro Humala es el partido en sí mismo y que ha dado numerosas declaraciones públicas en las que ataca al sistema democrático, propone la pena capital para corruptos, y descalifica por su origen a sectores de la población. Pero si estas son razones suficientes para anular la inscripción a un partido político, que aún no tiene candidato oficial para la presidencia —incluso Humala ya ha sido expulsado del partido— creo que muchos otros debieran correr la misma suerte.
Keiko es el partido en sí misma, no hay nadie que pueda dudarlo, ni siquiera Kenji. Y ella no se ha quedado en palabras, ha participado activamente en la dictadura más corrupta de nuestra historia, y a través de sus congresistas, una y otra vez, ha atentado contra el sistema democrático, de hecho, lo está haciendo actualmente con total impunidad. Además, Fuerza Popular es considerada por la Fiscalía como una organización criminal.
Podemos Perú es José Luna y viceversa. Obtuvo su inscripción fraudulentamente con complicidad de funcionarios de la ONPE. Sus congresistas atentan contra el sistema democrático sistemáticamente. Y está acusado de ser parte de una organización criminal.
Renovación Popular es López Aliaga, por algo su símbolo es la R de Rafael. Y eso ya lo sabe hasta Montoya. El ahora alcalde de Lima pedía golpe de Estado cuando ganó Castillo y pedía a gritos la muerte para el entonces presidente electo. Sus seguidores querían excluir del país al sur andino “plagado de indios” y sus congresistas plantearon que los partidos de izquierda no puedan participar de las elecciones.
Y así podemos seguir ejemplo tras ejemplo. Cerrón no aceptando los fallos judiciales y sus congresistas apoyándolo con una mano y con la otra dándole los votos que el fujimorismo necesita para el fraude. Acuña, con su partido que tiene como símbolo una A, reclutando a perro, gato y pericote por todo el país y gobernando a través del Congreso y de varios ministerios, sin haber pasado siquiera a la segunda vuelta. Y es que en estos tiempos de fortalecimiento del fascismo, hasta un senil Vargas Llosa insinuó que la “gente desinformada” no debería votar. Y también podemos recordar a García proponiendo la pena de muerte cada que necesitaba una cortina de humo.
Esto ya es casi lo mismo que la dupla Montesinos Fujimori. Los mismos objetivos con distintos métodos, pero igualmente hediondos. Pero no todas son malas noticias porque, al menos, tenemos una presidenta que no sabe mentir, no porque no mienta, sino porque se necesita mucho más que tratamientos no invasivos para ocultar su ya kilométrica nariz. Si tuviera partido habría que anularle su inscripción —recordemos cómo recluta su hermano Nicanor—, porque Antauro palidece a su lado y hasta la defendió.