Por Augusto Santillana / Abogado y analista político
Si bien la economía peruana se asienta en el respaldo de sus divisas y el equilibrio cambiario por el buen manejo a nivel macroeconómico. Si vemos un poco más allá de la coyuntura actual, nos exponemos a un escenario muy sombrío, pues, nuestra economía se basa en la extracción de nuestros recursos naturales en especial, los minerales. Tenemos una producción elemental solo a nivel extractivo de materias primas, recursos no renovables; por ende, conlleva la práctica de hacer inversiones en la fase explorativa a fin de ubicar nuevos yacimientos mineros para seguir manteniendo una estabilidad económica y un crecimiento sostenido.
Ya vimos lo que viene sufriendo nuestra hermana república de Bolivia que en el año 2006 en el inicio del gobierno de Evo Morales, nacionalizó los hidrocarburos. Los oleoductos, gaseoductos y refinerías en manos de empresas privadas pasaron al control total del Estado. Modificaron las reglas de juego generando un incremento de sus ingresos de tal forma que se habló del “milagro económico boliviano”. Sin embargo, sus ingresos condicionados a la existencia de recursos extractivos se fueron agotando y no se invirtió en nuevas exploraciones o en otras áreas productivas. El ingreso de la divisa estadounidense necesario para afrontar pagos por las importaciones de bienes de toda índole se fue acabando. El gobierno tuvo que echar mano de las reservas al punto que a setiembre de 2024 no superan los 2 mil millones de dólares en comparación con los más de 74 mil millones de dólares que hacen del Perú, líder en la región en reservas internacionales netas.
Existe una relación directa entre basar la economía de un país en industrias extractivas y la inestabilidad política y social. Porque para implementar una política de diversificación de las actividades productivas se requiere además de la estabilidad económica, una democracia con instituciones fuertes y con políticas públicas de Estado de largo tramo. Para lo cual, se requiere exista un gobierno con políticas coherentes con visión de largo plazo. Para que conduzca al desarrollo económico de la economía peruana y de las regiones a través procesos de industrialización o diversificación productiva. Y que impulsen crecimiento en los sectores de empresas formales absorbiendo la fuerza laboral empleada en actividades informales e incrementando sus productividades e ingresos de forma continua y sostenida.
Piero Ghezzi, experto internacional en desarrollo económico e informalidad y Exministro de la Producción, señaló que para iniciar varios procesos dirigidos a la diversificación productiva es necesario que el Estado otorgue al inversor privado la confianza y seriedad en la conducción del país. Elementos que hagan posible un trabajo conjunto con todas las cadenas de valor. Es evidente que la actual situación crítica por que atraviesa el país, con organizaciones criminales que actúan a sus anchas porque el Congreso les hizo el favorcito, acrecienta la frágil seguridad interna al frente del fortalecimiento del crimen organizado en sus modalidades de sicariato, extorsión y criminalidad, y que cuentan con su brazo legal injertadas en los poderes del Estado. Todo ello hace más difícil iniciar la anhelada variante productiva a gran escala. Pero es urgente hacerla. Los nuevos cuadros políticos que se vienen preparando para las próximas elecciones lo deben tener presente, caso contrario, veremos que la gallina de los huevos de oro se convierte en la maldición de postrarnos de convivir a la incertidumbre del vaivén de tener más yacimientos por explotar y más flora y fauna depredada y el medio ambiente sentenciado al silencio y el olvido.