Escribe: Carmen Rivera, Docente Universitaria
“Debo reconocerlo. Cada vez que te encuentro, / un ardiente cosquilleo y un impulso brotan, / una corriente de fuego me orilla hasta ti. / Levanto la vista. / ¿Cómo saber si esta pasión que me recorre/ es animal del hambre o es amor?” (Villareal, 2023).
Avasallador, impetuoso, el yo poético se abre paso verso a verso, necesita de la palabra el aliento, la metáfora es el estímulo que transmite las necesidades femeninas únicamente realizables mediante la lírica, “Tu pelo/ tus brazos/tus ramas/ y el cuenco de mis manos/ para tu largo viaje” (Villareal, 2023). Ese viaje, es hoy, la conjunción del día un simbolismo del cuerpo, del deseo, del orgasmo, de la falencia, de la ausencia.
“Probar el fruto/ y saber/ que eres tú” (Villareal, 2023). En Minerva el espacio es fértil, cada composición para la mexicana se encuentra justamente a la medida, la selección del vocablo se afianza en la corporeidad, pareciera querer conferir desgarradoramente a través de la poesía como suprema hacedora el aliento magnánimo de la vida propia, el juego eterno de ser Dios esta vez una diosa poética, “Allá quedaron mis pies buscándolo/ mis ojos/ mi perdido animal/ Pero nada serás/ sin estos versos/ convertidos en pájaros/ en círculos/ en pasos/ que mis años alargan” (Villareal, 2023).
La poesía femenina de Minerva Villareal refleja un dolor contrapuesto que pasa de la melancolía al sobrecogimiento, de la lucha al anhelo, la sobrevivencia en un mundo en el que los sentimientos dejan de ser reales para convertirse en pasajeros e inagotables, su inspiración se asocia con lo tangible: la literatura y inspiración lírica, humana eterna inagotable del ser “Entro y salgo/ y la puerta es tu pecho/ entro y salgo/ y tus labios me besan/ me besa tu inclemencia/ me atraviesa tu aliento/ Verde sed/a la orilla del río/suntuosidad de hojas flotantes/de viñas y de higueras” (Villareal, 2023).