ECHAR UN VELO: Yolanda Westphalen ígnea

Escribe: Carmen Rivera, Catedrática Universitaria

“¡Átame a la voracidad/ de tu recuerdo! /al crujir de un ala de un pájaro/ al rodar en ascuas/ de la noche/ sobre los vastos letargos/ del ayer/¡átame a la persistencia/ de núbiles fardos – de tu voz y la mía-” (Westphalen, 1980).

Es la persistencia en un contexto desafortunado, la insistencia en una realidad adversa, la tenacidad ante el sino del fracaso, en tiempos en que la educación superior estaba reservada solo para los hombres, Yolanda Westphalen abre camino, con la poesía que desborda sus venas y el verso que desgarra el velo de lo prohibido “la vida es el hambre de perdurar/ como raíz/ en tu cuerpo/hambre de piedra/, sol y tierra, /hambre de hueso fuerte” (Westphalen, 1985).

Es la intimidad que marca la inspiración del yo lírico, el uso de la palabra es un instrumento para esculpir la laceración de la existencia, la quimera de la realidad y el estupor de la duda, el tiempo es una metáfora expectante del éxodo del existir “Parda tierra, / rumor de agua/ agreste. /Árboles. /La vida danza/ inmóvil/ sobre la levedad/ agraz/ del viento” (Westphalen, 1985).

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“Desde muy joven amé la poesía y en mi juventud comencé a transcribir en verso el asombro y la emoción que el mundo producía en mí” (Westphalen, 2018). Asombro grabado en forma de inspiración que arraiga y no deja, la rima que marca el recorrido de una escalera de versos que suben en pausa para apoderarse de lo más sencillo del mundo ese aire que se respira, la vida misma tangible en un cúmulo de estrofas que retumban en quien las lee, se alojan en el cuerpo y el corazón, imágenes pétreas que nunca sucumben, sino que avivan al yo volcánico y al tú lava.

Al prender esa chispa ya no teme el fracaso, su espacio poético se consolida cuando en 1964 publica “Palabra fugitiva”, en el poema plasma las sensaciones que edifican su cercanía hacia la visibilización, en la palabra graba una necesidad de trascendencia únicamente lograda a través de la imagen abrazadora de su ser subversivo “al afilado navegar del viento/ azuzando el interminable/aullido/de tus cinco sentidos/en la sensual vorágine” (Westphalen, 1985).

Sin matices, sin descaros, honesta y sincera, descubre la emoción en lo abstracto, esa nebulosa se transparenta a medida que se pronuncia esos vocablos inspirados en la vida y en el tiempo dúo perfecto del filósofo que Yolanda plasma como agentes perennes de su poesía.