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Capturando nubes en el desierto

En medio del desierto de la costa arequipeña están las Lomas de Atiquipa. Un ecosistema que sobrevivía gracias al bosque de tara que fue desapareciendo con el tiempo. Hoy la comunidad de Atiquipa busca revivirlo.

Celia Quispe sube hábil y rápidamente la colina con su cuatrimoto. Avanza durante unos 20 minutos hasta llegar a lo más alto de las lomas. Allí están estructuras gigantes que cosechan la neblina que sube desde el Océano Pacífico. Celia, morena de unos 40 años y madre de dos hijos, cuenta que son la esperanza que tienen para reforestar las Lomas de Atiquipa con el árbol de la Tara. Pero, más importante aún, sembrar agua para el futuro de la comunidad y recuperar la agricultura y ganadería que existía hace muchos años en la zona.

Los atrapanieblas suplen la función de los árboles en lomas de Atiquipa.

Un pueblo sin agua

Atiquipa es un distrito pequeño ubicado al norte de Arequipa, a una hora de viaje desde Chala, en la provincia de Caravelí. Aunque distrito es mucho que decir sobre Atiquipa, ya que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), allí viven menos de 500 habitantes.

De acuerdo con la población, la mayoría de la gente ha migrado debido a la falta de agua. No hay agua para la agricultura, que ha casi desaparecido, y apenas persiste para la poca ganadería que ha quedado en las lomas.

La poca agua que el municipio obtiene es para brindar servicio a un pequeño porcentaje de la población. En tanto la mayoría debe comprar agua que llega en tanques y es almacenado en grandes depósitos.

Celia Quispe es una de las comuneras asignadas para cuidar de los atrapanieblas.

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Atrapanieblas en las lomas

Todo esto impulsó a la población a buscar proyectos y presupuesto para reforestar el antiguo bosque de Tara que existía en las Lomas de Atiquipa, un oasis en medio del desierto de la costa arequipeña. Este ecosistema capturaba el agua de la neblina del océano.

La función de la Tara es sencilla pero vital. La neblina sube todas las mañanas desde el mar y sube por las lomas. Esta es capturada por las ramas y hojas de la Tara, para luego condensarse y caer al suelo, donde es absorbida por el pasto y las hierbas. Finalmente, el agua se profundiza y emerge más abajo en ojos pequeños que proveen a los animales y a la agricultura.

Al menos ese era el ciclo que se daba. Antes de que el bosque de Tara fuera depredado por la población, que no conocía o comprendía su función. Hoy, la Tara está casi extinta. Pero hay rezagos, que son protegidos por la Comunidad Campesina de Atiquipa.

Además, la comunidad de las Lomas de Atiquipa logró obtener apoyo de diversas instituciones para instalar atrapanieblas. Estas estructuras, conformadas por grandes postes y mallas, atrapan la neblina, la dejan correr hacia abajo y llegan hasta pozos donde se acumula. Con esa agua, los comuneros, como Celia, están sembrando más árboles de Tara. La idea es reforestar el bosque de Tara, para en el futuro no depender de las estructuras humanas.

El fruto de la Tara servirá para dinamizar la economía en Atiquipa

Sembrando futuro

La Comunidad Campesina de Atiquipa no solo sueña con volver a ver el bosque de Tara, sino aprovecharlo. Además, el árbol brinda un fruto, que son vainas de color café con propiedades medicinales. Estas, explican estudios científicos, sirven para aliviar males respiratorios, inflamaciones y otras infecciones.

El aprovechamiento de la Tara, entonces, servirá para que la comunidad pueda obtener dinero y seguir así construyendo más atrapanieblas para continuar con la reforestación del bosque. De esa forma, en un futuro poder cosechar el agua que tanto necesitan, para volver a dar vida al pueblo.