Por Romario Huamaní
“Estoy obsesionado con el tema de la muerte y el valor del tiempo”, confiesa Guillermo Fernández Cano, cineasta de 32 años, mientras repasa la génesis de su primer largometraje Nanito. Su voz carga la misma nostalgia que atraviesa a su obra: la ternura de un hombre mayor que, a pesar de los años, se atreve a volver a enamorarse.
En la pantalla, Guido Calderón (Nanito) busca conquistar a Marta Rebaza (Antonia) con gestos nobles y sinceros. La historia, sencilla en apariencia, tiene raíces hondas: nace de la infancia de Guillermo, marcada por la cercanía con sus abuelos en Moquegua y Arequipa.
Nacido en Ilo en 1993, criado entre Lima y Arequipa, Guillermo encontró en la literatura su primer refugio creativo. “En la adolescencia me preguntaba por qué no ver en imágenes lo que escribía en textos”, recuerda. Estudiaba Derecho en la Universidad Católica de Santa María, pero en 2018 decidió seguir su verdadera pasión: viajó a Lima y se matriculó en Épic, una escuela de cine. Tenía 26 años.
Actores que dieron vida a la película

El vínculo con los actores fue decisivo. Marta Rebaza, con experiencia en teatro, se comprometió con la historia desde el primer día. En el caso de Nanito, ocurrió un giro inesperado: el actor inicial se enfermó tras más de un año de ensayos. La opción de reemplazo fue Guido Calderón, quien en menos de un mes se aprendió el guión. “Lo maravilloso es que ya se conocían con Marta. Esa química natural aportó mucho al tema del amor”, cuenta Guillermo.
El guión literario fue desarrollado en el año 2020, en medio del confinamiento. La incertidumbre sobre si volvería a ver a sus abuelos alimentó la necesidad de escribir en Guillermo. “La soledad y la angustia de perder a los seres queridos fueron fundamentales”, admite. Tras dos años de escritura, en el año 2022 el proyecto ganó el estímulo económico del Ministerio de Cultura con la productora Yapa Film.
Un año de preproducción, rodaje planificado y posproducción culminaron en un objetivo claro: el estreno nacional de Nanito el 18 de septiembre.
Abuelos, memoria y cine

El recuerdo de sus abuelos sigue latiendo en cada escena. “Nunca fui con ellos al cine. Me pregunto qué hubiera pasado si hubieran visto esta película conmigo”, dice con un dejo de melancolía.
La pasión por contar historias nació en casa. En su adolescencia, junto a sus hermanos, improvisaba escenas y rodaba historias caseras. Ya en 2018, con su amigo Walter Márquez, produjo los primeros cortos: Hasta el fin de mis días y Cuarto menguante.
Nanito explora la contradicción entre lo que dicta la sociedad y lo que late en el corazón. Los hijos de Antonia desaprueban que su madre vuelva a enamorarse. “La sociedad estereotipa a los ancianos: creen que deben quedarse en su sillón, sin derecho a vivir nuevas emociones”, señala el director.
Los protagonistas encarnan personalidades opuestas: Nanito, profesor jubilado, noble y recatado; Antonia, una mujer divorciada, fuerte y pícara. La química surge de la nobleza, recordando que el amor no tiene edad.
El futuro y la perseverancia

Tras Nanito, Guillermo ya piensa en su próximo proyecto: una película sobre las peleas de gallos, que ha postulado al fondo DAFO. Pero por ahora, toda su energía está en el estreno de su ópera prima.
“El cine es trabajo en equipo. En el arte tocas muchas puertas y muchas se cierran, pero siempre habrá una que se abra. Lo importante es la perseverancia”, reflexiona.
La comunidad audiovisual en Arequipa, asegura, ha sido un sostén. “Uno tiene que estar convencido de que es artista”.
Nanito no solo es cine. También tiene una canción original “Locura de amor”, un eco, un bolero que, como la película misma, intenta que el tiempo y la ternura de la vida no se nos escapen de las manos.




