Abg. Arturo Montesinos Neyra. Analista político
El distrito de Quicacha, en la provincia de Caravelí, es uno de los escenarios agrícolas más prometedores del sur peruano. A pesar de su potencial, carece del impulso técnico y logístico necesario para posicionar su producción de palta en los mercados internacionales.
En la provincia de Caravelí, una tierra marcada por la pequeña minería o minería artesanal y la agricultura de subsistencia, el distrito de Quicacha empieza a perfilarse como una joya agrícola dormida. En sus valles se cultiva la palta Fuerte, una variedad reconocida por su sabor y textura, pero que aún no alcanza la valorización internacional de su par, la palta Hass. Pese a los esfuerzos de algunos productores locales y del propio Gobierno Regional de Arequipa por introducir buenas prácticas agrícolas, la falta de infraestructura y de políticas de promoción ha frenado su desarrollo comercial (Gobierno Regional de Arequipa, 2023).
El caso de Quicacha ilustra la desconexión entre el potencial productivo de las zonas rurales andinas y la falta de políticas sostenidas para insertarlas en la economía global. Mientras regiones vecinas como Moquegua han logrado escalar su producción hacia la exportación, Quicacha permanece limitada al mercado local.
La palta de Quicacha se concentra en el valle del mismo nombre y en el anexo de Tiruque y Molino. Allí se cultivan principalmente las variedades Fuerte y Hass, Quicacha representa el 69,4 % de la producción distrital de palta en Caravelí, cifra que confirma su peso dentro de la región (Oficina de Promoción de Inversiones del Perú, 2018).
La producción local se ha beneficiado parcialmente del acompañamiento técnico regional, pero aún enfrenta desafíos estructurales: deficiencias en riego, falta de certificaciones fitosanitarias y escasa capacidad de almacenamiento y transporte. A pesar de ello, el distrito ha logrado colocar parte de su producción en mercados nacionales e incluso en envíos puntuales hacia Estados Unidos.
El auge de la demanda internacional de palta —particularmente en la Unión Europea y Norteamérica— ha convertido a este fruto en un motor de desarrollo para regiones como La Libertad, Ica y Moquegua. En este contexto, Quicacha podría convertirse en un actor emergente del sur peruano si logra integrarse a las cadenas exportadoras.
El mercado internacional ofrece precios más altos y estables que los del mercado interno, lo cual permitiría elevar los ingresos de los agricultores y generar encadenamientos productivos locales. La exportación de palta Hass puede representar entre tres y cinco veces el valor del producto vendido en ferias locales (Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, 2022).
Los beneficios económicos potenciales son claros:
- Incremento directo de ingresos familiares rurales.
- Creación de empleo temporal en cosecha, acopio y transporte.
- Aumento de la recaudación tributaria local.
- Promoción del turismo agroecológico, (LA RUTA DEL ORO VERDE), que podrían comprender los distritos de la provincia de Caravelí, vinculados a la producción agrícola orgánica.
Sin embargo, alcanzar ese nivel requiere una intervención estratégica.
Para que Quicacha deje de ser un valle aislado y se convierta en un referente de exportación, el Gobierno Regional de Arequipa debe actuar como articulador entre productores, instituciones financieras y compradores internacionales. Se necesitan acciones concretas:
- Infraestructura agrícola: implementación de sistemas de riego tecnificado y mejoramiento de vías rurales.
- Certificación y trazabilidad: programas de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y acompañamiento técnico para cumplir estándares internacionales.
- Asociatividad y cooperativismo: fortalecer la organización de productores para negociar precios y reducir costos logísticos.
- Promoción de marca regional: posicionar la “Palta de Quicacha” como producto identitario de Caravelí, al igual que la palta moqueguana.
- Créditos agrarios y capacitación: facilitar financiamiento y asistencia técnica en manejo de suelos, cosecha, empaque y transporte.
Sin un plan integral, Quicacha seguirá dependiendo del azar climático y de esfuerzos individuales, perdiendo una oportunidad de oro en la economía verde que el país intenta consolidar.
La región de Moquegua demuestra que la planificación y la inversión dan frutos. Con más de 630 toneladas exportadas en 2021 (Prensa Regional, 2021) y rendimientos de hasta 5 255 kg/ha (Scielo, 2020), logró pasar de una agricultura tradicional a una producción competitiva orientada a la exportación. Su éxito se debe a la tecnificación del riego, la asistencia técnica continua y la articulación público-privada.
Quicacha podría replicar este modelo, adaptándolo a sus condiciones agroclimáticas y sociales. Con un manejo sostenible del recurso hídrico, incentivos financieros y voluntad política, la palta de Quicacha podría integrarse a las rutas internacionales del “oro verde”.
El sur del Perú no necesita buscar nuevos recursos; solo debe aprender a aprovechar los que ya posee. Quicacha encierra un potencial económico y ambiental que, si se gestiona con visión regional, podría transformar la estructura productiva de Quicacha – Caravelí. Promover la palta de Quicacha como producto de exportación no solo generaría ingresos sostenibles, sino también fortalecería la identidad agrícola de Arequipa.
El Gobierno Regional tiene en sus manos la posibilidad de convertir un valle olvidado en símbolo de desarrollo y sostenibilidad. No se trata de sembrar más, sino de hacerlo mejor, con visión, técnica y compromiso. El día que Quicacha exporte sus primeras toneladas a Europa o Asia, no será solo un logro local, sino una victoria para todo el sur del país.
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