Al gobernador Rohel Sánchez ya se le ha hecho costumbre que, cada vez que se publica sobre casos de corrupción en su gestión, salga a victimizarse acusando que lo extorsionan. No es novedad, pero sí es siempre igual de repudiable que haga ese tipo de «denuncias» sin contar con un sustento documentado.
Apenas este medio publicó el reportaje que demuestra cómo es que un vehículo oficial recoge y deja a su esposa, Luz Marina Zeballos, en la puerta de su casa, el mandatario regional ha escrito en su pagina de Facebook: Ahora el sicariato de la información te vigila frente a tu casa, te sigue a tu domicilio, toma fotos, videos; luego te extorsiona.
Vamos por partes. Queremos que el gobernador nos aclare a qué se refiere con sicariato de la información. Es un conjunto de palabras que escuchamos por primera vez. ¿Quiere decir que el periodismo se utiliza para delinquir? Lo cual rechazamos tajantemente. El periodismo que realizamos no mira caras ni nombres, lo cual nos ha generado detractores por todos lados. Los que antes eran amigos ahora no nos quieren y los que no nos querían, ahora nos repudian más. Así es la vida y lo asumimos, porque el problema no somos nosotros, que hacemos nuestro trabajo, sino ellos que no entienden que el periodismo es igual a democracia.
Habla sobre la vigilancia, el seguimiento y el hacer videos y fotos para este o cualquier otro reportaje. Bueno, nosotros le decimos: ¿Y qué? Esas etapas del trabajo de campo del periodismo son totalmente válidas. No es la primera vez que los periodistas de Revelación.pe hacemos vigilancia y seguimiento a un funcionario público. Sino acuérdese del caso de su hermano, cuya pareja trabajaba en el gobierno regional sin que —dice usted señor Rohel Sánchez y hasta ahora no le creemos— haya estado enterado.
Para este tipo de reportajes es necesario el seguimiento para comprobar el posible delito. Y más aún hacer fotografías y videos que dejen constancia documentando los hechos. Sin pruebas no hay reportaje señor Sánchez.
Y si quiere criminalizar la labor periodística, le debemos explicar que a diferencia de un delincuente, nosotros podemos seguirlos y hacerles «reglaje» por el bien del interés público. Nuestro objetivo no es robarle, secuestrarlo o hacerle ningún daño; ni físico ni moral. Si se siente mal o molesto porque capturamos en fotos y vídeos las travesuras de su esposa con los bienes del Estado —que a fin de cuentas son de todos los arequipeños— allá usted. Eso solo refleja que sí estaba enterado y que no le importaba. Porque una autoridad preocupada, en lugar de salir a insultar y despotricar sin pruebas, hubiese anunciado medidas para que no vuelva a suceder. Dele para los taxis a su esposa señor Sánchez; gana usted lo suficiente para ayudar a que su esposa haga sus gestiones en el Comité de Damas con fondos propios.
Finalmente, habla de extorción. Y dice claramente que luego de hacer la vigilancia, el seguimiento, las fotos y videos, lo hemos extorcionado. Porque se refiere claramente al reportaje publicado ayer sobre su esposa. Señor Sánchez, es de personas decentes presentar pruebas de cada afirmación que hace, y más cuando nos achaca un delito. Usted está afirmando que lo hemos extorcionado.
Desde esta redacción negamos tajantemente que haya ocurrido algún acercamiento de este tipo en el contexto de este reportaje ni ningún otro publicado sobre su paupérrima gestión regional. No tenemos esas malas prácticas, ni la necesidad de pedir prebendas a autoridades que no respetan el periodismo ni a los periodistas que hacemos nuestro trabajo. Y prebendas a nadie. Esperemos que tenga pruebas de lo que dice, porque nos reservamos el derecho a demandarlo por difamación.
Desde este medio pedimos a los gremios periodísticos que tomen acciones. Porque no es la primera vez que el gobernador sale a despotricar y tirar barro lacerando la libertad de prensa y el derecho a información de la comunidad. Básicamente, insultando la profesión. Finalmente, todos los periodistas que hacemos nuestro trabajo debemos sentirnos aludidos. Pero eso no nos impedirá continuar investigando, siguiéndolo a usted o a sus funcionarios o su familia; quienes parece que piensan que el gobierno regional es su chacra.




