Abg. Arturo Montesinos Neyra. Analista político

Entre las arenas costeras del distrito de Bella Unión, en la provincia de Caravelí, emerge un lugar donde el tiempo parece haberse detenido: el Museo de Sitio Paleontológico de Sacaco. Este espacio, rodeado de dunas y fósiles, revela la historia de un mar antiguo que cubrió el sur del Perú hace millones de años. Aunque su valor científico y educativo es incalculable, su difusión nacional e internacional sigue siendo limitada. Dar a conocer Sacaco es no solo un deber patrimonial, sino una oportunidad para mostrar al mundo cómo la ciencia y la comunidad pueden converger en la preservación del pasado.

El reconocimiento de Sacaco como zona paleontológica comenzó a mediados del siglo XX, gracias a la mirada curiosa y perseverante de un poblador singular: el Sr. Roque Martín Buey, migrante vasco que se estableció en el desierto de Bella Unión. Fue él quien, en los años sesenta, halló por primera vez restos fósiles de ballenas en las arenas de Sacaco. Su hallazgo, conservado con esfuerzo y dedicación personal, despertó el interés de científicos nacionales y extranjeros, dando inicio a una etapa de investigación que aún continúa.

Décadas después, los estudios sistemáticos del paleontólogo francés Christian de Muizon, del Muséum National d’Histoire Naturelle de París, y del equipo peruano del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, confirmaron la magnitud del yacimiento. Se identificaron restos de ballenas primitivas, tiburones, aves marinas y otras especies que datan del Mioceno y Plioceno, revelando un ecosistema marino desaparecido. El Sr. Roque Martín Buey, con su intuición de hombre de campo, había descubierto uno de los tesoros paleontológicos más importantes del Perú.

El Museo de Sitio Sacaco, reabierto en 2021 con el respaldo del Ministerio de Cultura y el programa Prociencia, busca preservar ese legado. El recinto exhibe fósiles originales, paneles didácticos y maquetas que recrean la vida marina de hace millones de años. Cada vértebra de ballena o concha petrificada cuenta una historia queunecienciaycomunidad.
En este esfuerzo, la figura del Sr. Roque Martín Buey adquiere un valor simbólico: representa la conexión entre el saber popular y la investigación académica. Su empeño inicial permitió que la comunidad local reconociera la importancia de proteger esos restos y que el Estado interviniera más tarde en su conservación. El museo, en ese sentido, es también un homenaje a la memoria de los guardianes anónimos del patrimonio.

Sin embargo, los retos persisten. El acceso por la Panamericana Sur —a la altura del kilómetro 546— sigue siendo precario; las rutas de ingreso necesitan señalización, y la promoción turística carece de continuidad. La conservación de las piezas depende de presupuestos reducidos y del esfuerzo de los pocos técnicos y vecinos que resguardan el lugar. Pese a ello, Sacaco conserva un magnetismo que atrae tanto a científicos como a viajeros deseosos de conocer las huellas del antiguo mar arequipeño.

Para que Sacaco trascienda su condición local y se consolide como destino científico global, es necesario un plan de difusión integral. Se propone incluir el museo en la Ruta Paleontológica del Sur, articulando los atractivos de las playas de Lomas, las dunas de Acarí, los antiquísimos olivos de Yauca, su Museo de restos arqueológico en Jaquí, las Lomas de Atiquipa y puerto inca en Chala. A ello debe sumarse la creación de un Centro de Interpretación del Cambio Climático y del Mar Antiguo del Pacífico, que integre investigación, educación y turismo sostenible.
Asimismo, alianzas con universidades internacionales, campañas digitales multilingües y cooperación con la UNESCO permitirían posicionar a Sacaco como un referente mundial de conservación y conocimiento. Un documental sobre la vida y legado del Sr. Roque Martín Buey, como descubridor y protector de las ballenas fósiles, podría convertirse en emblema de esta nueva etapa de promoción cultural.

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El desierto de Sacaco no solo encierra restos de ballenas prehistóricas; guarda la historia de quienes, como el Sr. Roque Martín Buey, entendieron que el valor de un fósil no está en su tamaño, sino en su significado para la humanidad. Difundir este patrimonio es reconocer la fuerza de una comunidad que, desde el silencio de las dunas, ha sabido custodiar la memoria del mar. Convertir Sacaco en símbolo nacional e internacional de ciencia y orgullo peruano es, sin duda, la mejor manera de honrar su legado.