Fieles manifestaron su descontento con el primer ministro Gustavo Adrianzén y otras autoridades del Ejecutivo durante la ceremonia religiosa en la Iglesia de Las Nazarenas. La ausencia de la presidenta Dina Boluarte también generó críticas.
Durante la tradicional Misa por la Nación en la Iglesia de Las Nazarenas, los fieles abuchearon al primer ministro Gustavo Adrianzén, quien se encontraba en las inmediaciones del templo. Adrianzén acompañó a varios ministros, pero su presencia generó malestar entre los asistentes, que criticaron las preferencias otorgadas a las autoridades en el evento religioso.
Una de las fieles, visiblemente molesta, expresó su desacuerdo con la forma en que trataron a las autoridades. «Son unos sinvergüenzas… Primero deben asistir a la procesión como buenos católicos. Deben entrar como cualquier persona», comentó, reflejando la indignación de los asistentes que no pudieron participar debido al acceso preferencial de los funcionarios.
La ceremonia también estuvo marcada por la notoria ausencia de la presidenta Dina Boluarte, cuya presencia se esperaba. Su ausencia fue significativa, dado que atraviesa un momento de baja aprobación en las encuestas. El Ejecutivo enfrenta fuertes críticas por su manejo de problemas sociales, como la creciente inseguridad y delincuencia en el país.
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El descontento hacia Gustavo Adrianzén no fue casual. Los fieles que asistieron para rendir homenaje al Señor de los Milagros decidieron no participar en la misa como acto de protesta, al percibir que se daba preferencia a los representantes del Gobierno. Esto motivó a los presentes a elevar sus voces contra el premier.
Los abucheos y el rechazo se manifestaron en un ambiente de tensión, donde la población expresó su insatisfacción con el Ejecutivo. La ausencia de la presidenta Boluarte y la presencia de sus ministros en un acto religioso tan significativo como la Misa por la Nación se percibe como una desconexión con los problemas que enfrenta el país.
La Misa por la Nación, que tradicionalmente reúne a autoridades y fieles en un acto de fe y reflexión por el bienestar del país, se convirtió en una expresión de la crisis de confianza que enfrenta el actual gobierno. Los abucheos a Adrianzén y el malestar generalizado evidencian las tensiones entre la población y sus gobernantes.