Escribe: Carmen Rivera, Catedrática Universitaria
“Y llorarás sola detestando al sol que se acuesta con tu amante/ detestando al sol que arde y calcina cuerpos sin vidas/ detestando un extraño mes de octubre/ que no sabe a paz ni a hombres buenos” (Bustos, 2024).
El poema en Carolina no tiene pretensiones, se vive en lugar de leerlo, más allá de lo simbólico. La palabra que inspira se niega a ser olvidada, cala honda y traspasa la simpleza para convertirse en inspiración de la realidad cotidiana. El hecho común, la sobrevivencia a secas que la poetisa eterna hacedora brinda el don de la vida a través de metáforas e hipérboles a medida “(Me toca) La tormenta,/ duermo/ sueño que vienes/ claro,/ impetuoso./ (Me tocas) tempestad,/ en ese acto violento/ de entrar de improviso,/ desapareces”(Bustos, 2024).
Explora la identidad femenina. Su yo lírico utiliza engranajes que conjuncionan en un todo perpetuo de la memoria. La confrontación es inevitable, la poesía resuelve la transición mundo, irrealidad y sentimientos. Todos juntos en una cartografía inevitable de la vida, de la propia existencia “Lunes 04:40 a.m./ No digas que soy fría, / me lluevo por dentro. / En mí, todo teme y ruge, / y en la estepa/ el canto de un gorrión/ elude esta bruma oceánica/ de aullido musitado” (Bustos, 2024).
“Tu ser hecho chubasco/ busca refugio/ dentro de mi piel;/ afuera la fuerza del viento/ hostiga la noche. /Nadie/ es/ni/ está” (Bustos, 2023). En la liberación, se aleja de la configuración tradicional de lo femenino, se empodera, se divorcia del objeto para ser sujeto activo. El yo se adueña, decide sobre el vínculo, celebra la independencia, regala por doquier la inevitable paz del logro, de lo que se hizo y se hará. Es un precedente el verso, ya está consumado rito perfecto de independencia.
Exclama, asume el privilegio de la corporeidad. La pasión reclama el acto. El sentimiento anota la inminencia adentrándose a lo primitivo de la experimentación, de la pertenencia. Es colombiana y escritora, es mujer y entona el verso de la composición infinita del deseo que no se enmudece. En cambio con un grito ensordece el mundo construido de pasión sin parámetro “No digas que soy fría,/ abre la ventana/ mira cómo cuece el viento/ esta sombra mía/ que no quiere esfumarse”. Carolina Bustos Beltrán.