
Historias del atardecer: relatos cautivadores que exploran emociones en cada ocaso.
EL MEJOR AMIGO DE YOLA en primaria, era musulmán. Un día jugaron a la Mezquita. Bonitas toallas en la cabeza usaron. Al día siguiente a alguien se le ocurrió aterrizar aviones en medio de edificios en su ciudad. Tuvieron en casa a la familia de Omar por varios meses hasta que dejaron de buscarlos para incendiarlos dentro de su antigua casa.
El tiempo pasa.
Las bombas destruyeron la ciudad natal de los padres de su amigo. Los papás de Yola perdieron su trabajo por dimes y diretes. Se cambiaron de ciudad pasado el tiempo. La secundaria les presentó nuevas amistades. Mensajes espaciados de acuerdo con el cambio de terminal portable. Cariño intacto. Para cuando tenían smartphones Yola hizo una videollamada.
—Hola.
—Hola.
—Me caso, Omar.
—Owwwww, ¡felicidades!
—Quiero que me entregues. Sabes que papá murió hace años y bueno, es una costumbre, si deseas no…
—¡Claro que sí!, solo que me dejen entrar con mi turbante.
—¡No habrá problema!, ¿sabes?, tengo algo de miedo, no sé si esto es lo correcto…
—¿Lo amas?
—Con mi vida.
—¿Te acuerdas cuando estábamos en tercero y tu papá nos vino a recoger a los dos?, me acuerdo que me preguntó si quería vivir con ustedes junto a mis papás.
—Recuerdo el día, pero no recordaba ese detalle.
—Tuve miedo de responder. Sabía que las cosas estaban mal por casa, los vecinos nos insultaban, pero, irme de allí, a vivir con otros, tampoco me agradaba, aún cuando fuera contigo y lo mucho que te quería. Pero me armé de valor y dije que sí y fueron los mejores meses de mi vida.
—Nunca me contaste.
—Así es, de la misma manera que no le contarás a tu esposo sobre este miedo, hasta cuando lo creas por conveniente, mientras, ¡Vamos!, adelante, juntos lo harán bien, además seguro está acostumbrado a tus ronquidos.
—¡Yo no ronco!
—Ja, ja, ja, ni tú te lo crees.
—Je, je, je, gracias. Te espero entonces.
—Claro, solo que, por razones que sabes, viajaré por bus.
—No te preocupes, compra un cojín de viaje por mi cuenta.
—Mira ¿Eh?, que eso te lo cargo.
—Ja, ja, ja.
—Bueno, adiós amiga, as salamu alaikum.
—Hasta pronto, elohim yevarej otja. Te mandaré la dirección de la sinagoga por whatsapp.
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