El Perú, lamentablemente, está sumido en decadencia. La corrupción y la incompetencia parecen haberse arraigado profundamente en nuestro tejido social y político.
La corrupción no solo se encuentra en las altas esferas del poder, sino que también se filtra en nuestras interacciones diarias, lacerando la integridad de nuestra sociedad.
La corrupción y la incompetencia no son fenómenos aislados, sino que están intrínsecamente ligados. La falta de competencia y la incapacidad para llevar a cabo las obligaciones asignadas, facilitan el terreno para que la corrupción se propague y crezca. Es una combinación tóxica que mina la confianza en las instituciones públicas.
Una muestra de ello es la empresa de saneamiento Sedapar en Arequipa, la cual tiene por años el título de ser una de las empresas públicas más quejadas por el mal servicio que da. En febrero y marzo de este 2024, puso en evidencia, lamentablemente, su deficiente forma de trabajar. Cortó el servicio de agua potable a la población Zpor el ‘ingreso’ del río Chili, que trajo lodo y piedras.
Las emergencias no pudieron ser atendidas óptimamente, demostrando incompetencia y generando la molestia en los usuarios. Pese a este mal accionar, los funcionarios y trabajadores que están al frente de esta entidad por años, tienen sueldos “millonarios”, que no reflejan el trabajo que hacen.
La falta de capacidad también se ve reflejada en los municipios de Arequipa, que exigen una declaratoria de emergencia para poner freno a la delincuencia que crece de forma alarmante en la ciudad. Sin embargo, estas entidades poco o nada han hecho para combatirla, prueba de ello son las cámaras de seguridad, que están inoperativas en un alto porcentaje. O también, el no uso del presupuesto que se les asigna para el tema de seguridad.
La improvisación también denota incapacidad, con un Gobierno Regional que lanza un sinfín de ideas de obras que quiere realizar mediante la modalidad de Obras por Impuestos. Sin embargo, solo 18 tienen los expedientes completos. Los demás están de relleno, como para decir que hay proyectos que se quiere ejecutar.
La incompetencia y la improvisación afecta directamente al ciudadano, al poblador de a pie, al que espera un buen servicio, una obra en su comunidad, las que nunca se dan o nunca se ejecutan.
